jueves, 3 de junio de 2010

Cosas que hacía a los 17 años...

Llega un día en el que te das cuenta de que te has hecho mayor. Y ya se que muchos diréis que exagero, que tener 29 años no es nada, pero la crisis de los 30 se acerca.

Llegados a este punto, uno se pregunta qué cosas le quedan por hacer en la vida, y para ello analiza las cosas que ya ha hecho. Parece que son pocas, pero siempre hay buenos recuerdos de horas y horas de dedicadas a proyectos imposibles que acaban saliendo. Y una de ellas es mi Derbi C-4 Chopper...


Como todo "niño" siempre tienes sueños. En mi caso cuando tenía 16 años soñaba con una Harley Davidson (ahora todavía, pero de una forma diferente). En aquella época empezaban a aparecer ciclomotores con forma de moto Custom, pero eran caras y con mucho plástico. Pero como no todas las familias son ricas, mis padres tan solo pudieron comprarme una Derbi C-4 de Cross del año 1979 de segunda mano.



Como veréis, esto se parece poco a una moto Custom. Por no decir que solo es un ciclomotor.

Pero yo no podía quitarme de la cabeza las motos de mis sueños. Tenía un amigo (por aquel entonces conocido) en el pueblo de al lado que era un "mago" de las motos. Como anécdota decir que hizo la ruta del Dakar con una Mobilette, para demostrar que no hacen falta tantos recursos para vivir una aventura. Fui a verle y aunque en aquel momento confió muy poco en mi proyecto, me vendió un manillar de Sanglas de la policía que le daba un toque custom a mi moto. Y a la vez le rebajé la amortiguación trasera cambiando los amortiguadores de serie por unos de Mobilette.

Eso me daba una postura algo Custom, pero no era una custom. Así que empecé a ahorrar y me dediqué a desmontar por completo la moto para remodelarla por completo. Todo el mundo seguía sin creer en mi proyecto. Pero me dejaban hacer. Como en Lleida costaba mucho encontrar piezas custom por aquel tiempo y en los desguaces tampoco había nada aprovechable, empecé a desesperarme. Este amigo me puso en contacto con otro amante del mundo Custom que trabajaba en una tienda de recambios de moto en Lleida: Marvea. Él en su tiempo se customizó una Triumph Boneville. Y aunque me veía muy joven, siempre colaboró y nunca me puso pegas a ninguna idea. Aunque en su tienda tan solo pude conseguir el faro delantero (que en realidad era el faro auxiliar de una moto custom) y algunas piezas del motor de mi Derbi.

Como no veía posibilidad de conseguir nada, empecé a buscar en los "alrededores" y como tengo familia cerca de Zaragoza, en un viaje me aventuré a probar suerte en una tienda Custom de Zaragoza. Por desgracia no recuerdo el nombre, pero estaba en el barrio de La Jota. Pura amabilidad!!! Me parecía increíble que no me tacharan de loco. Allí en un primer viaje compré el guardabarros. Muy simple y fino, pero era el único que por anchura entraba en mi chasis. Lo pagué con mis ahorros (como toda la reforma) y me lo mandaron a casa cuando llegó, esas cosas se piden por catálogo. Amablemente me regalaron un catálogo de piezas para Harley que, aunque poco me servía, me ayudaba a dejar volar la imaginación.

Quien haya tenido motos en casa de sus padres o abuelos, sabrá que estos no eran muy amigos de los retrovisores. Supongo que eran otros tiempos. Un día haciendo limpieza en casa encontré un retrovisor de una Guzzi que tuvo mi tío-abuelo. Una preciosidad que todavía conservaba muy bien el cromado. Tan solo tuve que ponerle un espejo nuevo y montarlo en mi flamante nuevo manillar.

Empecé a colocar el guardabarros y entraba por los pelos. Tuve que cortar la "cola" del chasis para que el guardabarros pudiera tener el mismo centro de curvatura que la rueda, y quedó perfecto. Y la moto en vez de una Custom, iba camino de ser una Chopper. Perfecto. Pero todavía faltaban cosas. La más importante, el depósito.

Un depósito original de Harley no hubiera cabido ni por asomo, pero en un viaje de vuelta a esa tienda de Zaragoza, encontré un depósito de lágrima de segunda mano en venta, el anterior propietario lo había cambiado por otro. Con el tiempo descubrí que fue porque se le hacía el "vacío" dentro y no bajaba gasolina. Intentó hacer un agujero en del tapón pero no sirvió de nada, lo solucioné "cortando" trozos de la goma del tapón. Amablemente los de la tienda me lo mandaron a casa y me hicieron prometerles que una vez terminada les mandaría fotos.

Ya tenía lo más importante, pero todavía quedaba mucho. El chasis era un gran proyecto. Y como no tenía medios materiales, recurrí a mi vecino, herrero de profesión, para que me ayudara a modificarlo. Lo alargamos 10 centímetros de la zona del motor, inclinamos ligeramente la horquilla, le "bajamos" la zona del asiento y alargamos los estribos. En esa parte se me ocurrió utilizar dos bujías como mandos de freno y cambio. Le costó ponerse porque, como casi todo el mundo, no confiaba en mi idea, pero al final y a regañadientes, accedió a ayudarme.

La cosa iba sobre ruedas. Pero y la pintura? yo no tenía pistola ni podía permitirme un pintor, así que un día en un centro comercial vi sprays de color metalizado y me vino la idea a la cabeza. Compré unos cuantos botes de azul metalizado. Se que no es muy "profesional" pero para un chaval soñador de 17 años era una revelación.

¿Y el sillín? No sabía qué hacer con ello, pero con la ayuda de mi vecino el herrero, preparamos una plancha de base y le montamos unos muelles de un sillín de una BH vieja, y lo llevé a tapizar a un conocido. Hizo una obra de arte.

Aprovechaba todas las horas que podía para montar la moto. Adapté un interruptor de ordenador con llave para hacer el arranque y lo situé bajo el manillar junto al depósito. Limé las costillas del motor, limpié toda la pintura de las tijas de la horquilla, empecé a montar y al final quedó esta preciosidad (al menos para mí):


Tras terminarla, fui a enseñarla a todos mis amigos. Mi amigo el aventurero del Dakar se quedó un poco impresionado, no se lo esperaba, pero noté su entusiasmo porque me vendió casi regalado el neumático delantero, que le da un aspecto mucho más clásico. Mi amigo de Marvea se alegró de ver que el sueño custom seguía vivo (entonces no era como ahora). Y decidí hacer las fotos y mandarlas a la tienda de Zaragoza. Las mandé en un sobre muy lleno, pero al cabo de un mes me la encontré en mi buzón de vuelta. La tienda había cerrado. Me entristeció porque fueron casi los que más confiaron en mí. No sabía como localizarlos. Unos años más tarde en una revista Custom identifiqué en la zona de Ventas la moto que llevaba el depósito que compré, por la pintura. Ahora me arrepiento de no haber llamado al propietario para pedirle alguna dirección donde mandarles las fotos. Una espinita que nunca podré quitarme.

Y aunque sea un simple scooter, hoy cuando la he arrancado (a la primera tras ponerle gasolina nueva) todavía se me pone la piel de gallina de la emoción. No hay que perder las ilusiones, sin ellas la vida no tiene sentido.

6 comentarios:

  1. Pues en aquellos tiempos los ciclomotores no necesitaban pasar la ITV, ahora sí, pero no se la he pasado. No se si pasaría, porque no lleva ni pito ni respeta los 50km/h, ya cuando la compré se acercaba a los 100km/h :S .

    No se si la pasaría limitándo la a 50 y poniéndole pito. En la documentación no especifica dimensiones, ni ruedas ni nada.

    Tengo que averiguarlo.

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  2. Yo la mía la tengo muerta risa porqué el que me la gripó la trucó a 70 y no me dijo nada. Así que la tengo sin ité.bè

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  3. Hombre, impresionante, pero la C-4 ya era una moto impresionante por si sola, espectacular para su tiempo, y hoy dia un clásico espectacular.

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  4. Crisis ¿Qué crisis? yo hace varios quinquenios que pasé por ahí y no noté ningún cambio del día x-1, al día x, o al día x+1...

    Las crisis son para los desocupados :-)

    Alf

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  5. [...] ando centrado en otra afición, que pude retomar el verano pasado, y que me ocupa bastante tiempo. Hasta ahora no he querido publicar “oficialmente” [...]

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